Las floraciones algales presentan desafíos complejos que requieren de soluciones de sentido común
Collin O’Mara (izquierda) conversa con Paul Tritaik, gerente del Refugio Nacional de Vida Silvestre J.N. "Ding" Darling en Florida, sobre el saldo letal de la tóxica marea roja del verano pasado.
EL VERANO PASADO, el suroeste de Florida sufrió dos brotes masivos de algas tóxicas, los cuales acabaron con la vida de miles de toneladas de especies marinas, incluyendo un incontable número de peces y cientos de tortugas marinas y manatíes en riesgo. También perecieron delfines, cangrejos y otras criaturas, y algunas personas enfermaron debido a toxinas aéreas relacionadas.
A finales de agosto, presencié esta devastación de primera mano. Algas verde-azuladas, tan espesas como el guacamole, ahogaron el río Caloosahatchee cerca de Fort Myers. La fuente de este tóxico estofado se ubicó mucho más al interior, en el lago Okeechobee, donde el vertimiento masivo de nutrientes de granjas, tanques sépticos y proyectos vecinos fue a dar al lago, fertilizando así las algas de agua. Y es que para prevenir que el lago rompa su avejentado dique, esta agua contaminada se canaliza hacia el oeste a través del Caloosahatchee, y al este a través del río St. Lucie. Estos ríos se incorporan en estuarios que son cruciales para la vida marina y para la economía de pesca deportiva del estado.
Durante este mismo viaje en agosto, fui testigo de cómo un segundo tipo de alga tóxica, mejor conocida como marea roja, floreció a un ritmo fuera de control en las aguas costeras cerca de la boca del Caloosahatchee. Debido a esto, en el Refugio Nacional de Vida Silvestre J.N. "Ding" Darling en la cercana Isla Sanibel, los peces muertos plagaron la costa. A pesar de que las mareas rojas son un fenómeno marítimo natural, muchos científicos creen que el calentamiento de las aguas del océano, combinado con el aumento de la escorrentía contaminada, está agravando estos eventos.
Sin lugar a dudas, el ser humano ha contribuido a estos problemas. La canalización artificial de agua contaminada con algas desde el lago Okeechobee hacia las costas, evita que el agua tome su curso natural hacia el sur a través de los sedientos Everglades.
Estos desafíos son complejos, pero actualmente existen soluciones de sentido común. National Wildlife Federation está trabajando con múltiples asociados para asegurar fondos federales para una reserva que almacenará y tratará el agua contaminada del lago Okeechobee antes de liberarla al sur, hacia los Everglades. Esto constituiría un avance importante que podría ayudar a restaurar este invaluable ecosistema.
En conclusión, para prevenir los brotes de algas tóxicas, debemos garantizar fuertes salvaguardas para el agua limpia. Sin embargo, al momento de que esta publicación llegue a usted, es posible que la administración ya haya propuesto eliminar las protecciones de la Ley de Agua Limpia (Clean Water Act) para las nacientes de ríos y los humedales, los cuales son críticos para la disminución de la contaminación de nutrientes y sedimentos. Este no es un problema partidista, pero abordar el tema requerirá que más estadounidenses se pronuncien al respecto. Por favor únase a nuestra One Federation, mientras lideramos la lucha para garantizar agua limpia y poblaciones de peces saludables en toda la nación.
Traducción: Jessica Ordóñez-Lancet
Sigue a Collin O’Mara en Twitter twitter.com/Collin_OMara. Para compartir tus ideas y opinión, envía un correo electrónico a president@nwf.org.
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